Enviado por Gonzonet a través de Google Reader:
Es el momento justo para recordar que los dulces no son de los mejores nutrientes desde el punto de vista de la salud. Como en todo, el punto está en la calidad y en conseguir un término medio.
El exceso de dulces puede ser perjudicial, en un mediano a largo plazo, ya que no sólo puede acarrear problemas metabólicos en la edad madura, sino también repercutir negativamente sobre la salud dental y hasta estar relacionado con la osteoporosis.
Lo que sucede es que el azúcar blanco o refinado, el compuesto principal de este tipo de alimentos, ingerido en exceso descompensa, en cierto grado, el sistema endocrino y obstruye el metabolismo del calcio, y por este motivo es que con el tiempo puede terminar siendo perjudicial para los huesos y dientes.
Es causa directa de diabetes tipo 2, pero también de problemas en la piel, el hígado y los riñones. Incluso, otras voces le atribuyen, una relación con la hiperactividad en los niños. Además, se considera adictivo de forma tal que cuando uno está privado de este nutriente comienza a experimentar una especie de síndrome de abstinencia, de manera que con el tiempo además se siente la necesidad de más y más azúcar.
Sin embargo, y como ya se ha dicho en el primer párrafo la clave está en la moderación y de una sabia elección del tipo de azúcares que se ingerirán: ya que sí es un nutriente necesario para el correcto funcionamiento del organismo, pues es una de las fuentes desde donde se adquiere energía.
Por ello, se debe conocer que hay varias maneras de incorporarlo: no sólo a través de la ingestión de azúcares refinados y golosinas, otras fuentes naturales como las patatas, espaguetis y garbanzos, cereales integrales, o el arroz, y todos los demás carbohidratos proporcionan azúcares lentos de cadena larga que una vez ingeridos acaban convirtiéndose en glucosa, o sea, en combustible para el cuerpo.
La ventaja principal de estas fuentes es que, como son de digestión lenta, no causan un aumento abrupto de la glucosa, como ocurre con los dulces y los caramelos, que contienen carbohidratos simples que se digieren rápido, y pasan de manera inmediata a la sangre aportando energía, pero sin vitaminas o minerales. Son aquellos alimentos que aportan las llamadas "calorías vacías".
A la hora de buscar combustible y energía para nuestro cuerpo, siempre será preferible acudir a los carbohidratos complejos. Pero si se requiere de los simples, es conveniente ingerir menos golosinas y caramelos, y sí optar por más fruta o miel.
Este es un consejo que siempre conviene tener presente para evitar complicaciones futuras y no sólo relacionadas con un posible aumento de peso, sino más bien vinculadas a nuestro estado de salud en general.
Vía LaRazón.es
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