Enviado por Gonzonet a través de Google Reader:
Allí, derribaron mitos, analizaron las perspectivas futuras de la epidemia de obesidad, pasaron revista a los últimos conocimientos sobre el complejo mecanismo que regula el hambre y la saciedad, pero, sobre todo, dejaron en claro que sacarse kilos de encima no es tarea sencilla.
Hoy, los expertos aseguran que muchos alimentos prohibidos podrían perfectamente no serlo (como la carne de cerdo), y que otros, que consumimos con la conciencia tranquila (como algunos que prometen ser "dietéticos") terminan conspirando contra los esfuerzos más decididos.
He aquí algunas conclusiones:
La comida, ¿una adicción?
"Si uno se alimentara como en la época de las cavernas, con algunas plantas, frutos y carnes silvestres, no se presentarían estas compulsiones por comer. Pero la comida procesada con alto contenido de hidratos de carbono y grasas genera interacciones químicas que son desconocidas para el organismo, y que de alguna manera enloquecen los mecanismos del hambre y de la saciedad", afirma Julio Montero, director de la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimentarios (Saota).
"Estos 'neoalimentos' o 'psicoalimentos' se apoderan del control de esta maquinaria y la descalibran -agrega Montero-. Como resultado, el cuerpo se transforma en un avaro que, pese a que está en la abundancia, sigue reclamando más y más. Es el caso de la obesidad: carencia en medio de la abundancia. Este avaro tiene las alforjas llenas, pero en lugar de beneficiarse de su ahorro tiene que cargar con una pesada mochila que nunca utiliza".
¿Se puede cocinar más sanamente?
"Cuando superamos los 140 ó 150 grados durante unos 15 minutos, ya estamos formando productos de glicación avanzada (glicar: endulzar anormalmente las proteínas) -dice Mariné Morillo-. Las altas temperaturas generan una costra que despierta mecanismos de inflamación del tejido adiposo y resistencia a la insulina (la hormona que les permite a las células disponer de la glucosa). Por eso, se recomiendan cocciones lentas y a baja temperatura. También hay alimentos que por su propia composición tienen productos de glicación, como las grasas, la manteca, la crema de leche y los sometidos a las frituras".
Por una buena conducta alimentaria
"Sería una ingenuidad pretender que un adicto deje su adicción consumiendo menos droga -subraya Montero-. Tiene que dejar de tomar contacto con lo que lo perturba. Por eso, nosotros proponemos un esquema terapéutico que intenta eliminar todas esas comidas que disparan conductas impulsivas, y reemplazarlas por cantidades libres de los alimentos paleolíticos, aquellos primeros interlocutores de nuestros genes que aseguraron nuestra vida".
La ' fórmula' para perder peso
"El paciente tiene libertad para consumir alimentos protectores -dice la licenciada Mariné Morillo-. No lo restringimos en cantidad, sino en calidad alimentaria. Puede comer carnes magras hasta quedar saciado. Reemplazamos harinas por opciones como rollitos de jamón cocido magro y queso, que también son una muy buena fuente de calcio. El paciente también puede comer fruta y verdura (que contienen carbohidratos) en cantidades limitadas. Con esta dieta los pacientes bajan 10 por ciento en dos meses; 12 por ciento, en cuatro, y 16 por ciento, en seis. Cuando aprenden a manejar la adicción que generan los hidratos de carbono, pueden ir incorporando más alimentos".
Agrega la doctora Gladys Guarrera: "Con este programa notamos que personas que llegan con dislipemias (alteración del equilibrio de lípidos o grasas del organismo), a los tres meses se mejoran simplemente con bajar de peso y sin utilizar medicación".
¿Dieta o actividad física?
"Lo que más hace bajar de peso es la restricción calórica -dice Raúl Bastarrechea, de la U. de Texas-. Pero si se tiene en cuenta que la mayoría de pacientes lo recuperan en tres años, la actividad física es fundamental. Es la clave para que el metabolismo sea más efectivo. Un músculo entrenado absorbe 80 por ciento de la glucosa, mientras que un músculo no entrenado desviará el 80 por ciento de la glucosa al tejido adiposo. Se invierte el patrón de utilización de los azúcares".
Álex Valenzuela agrega: "Si quieres mantenerte flaco, el ejercicio va a ayudar. Si no, el organismo va a tratar de recuperar el peso que perdió".
Disparen a la grasa
"El tejido graso alcanza su máximo desarrollo aproximadamente a los 20 años -dice Álex Valenzuela, médico chileno especialista en obesidad-. Por eso, es importantísimo restringir o adecuar el número de calorías que se consumen en la niñez y en la adolescencia para evitar que se generen más adipocitos, que son los 'envases' para almacenar la grasa. Si multiplicamos los adipocitos en niños y adolescentes, aumentamos su riesgo de obesidad".
No olvidar...
"Para estar en un peso saludable, hay que hacer un cambio en el estilo de vida, no solamente en la dieta -afirma Rosa Labanca, directora del Centro Asistencial de la Saota-. La alimentación actual debería tener menos contenido de carbograsas, y basarse fundamentalmente en proteínas, vegetales, frutas y algunos lácteos. A eso hay que agregarles actividad física: poner interés en otras actividades, no solamente en la alimentación".
Visto en: El Tiempo.
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